En un intento de contrarrestar la presión de la comunidad internacional, -principalmente de los Estados Unidos-, por la constante violación de derechos humanos, arrestos y represión ciudadana, Nicaragua incluye a Rusia en la ecuación y expone su intención de reforzar armamento y preparación militar.
La confirmación de apoyo por parte de Rusia se registró un día después de que el Senado estadounidense aprobara el proyecto “Reforzar el Cumplimiento de Condiciones para la Reforma Electoral en Nicaragua” (RENACER, por sus siglas en inglés).
Este proyecto de Ley establece, entre otras cosas, recopilar información sobre la cooperación militar de Rusia en Nicaragua, incluyendo inteligencia, seguridad, telecomunicaciones, navegación satelital, e intervención en los campos político y económico.
Serguéi Shoigú, Ministro de Defensa de Rusia, aseguró que el Gobierno de Nicaragua solicitó apoyo para equipamiento moderno y preparación militar para enfrentar situaciones complejas, incluyendo las “amenazas de terrorismo”, según detalló el periódico nicaragüense La Prensa.
Este anuncio de Shoigú se convierte en una pieza clave en las ya desgastadas relaciones entre Estados Unidos y Rusia, y refuerza el discurso del país centroamericano de que no aceptará la intervención extranjera para solucionar la situación en Nicaragua, a pesar de informes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que denuncian la falta de interdependencia entre los poderes del Estado, las condiciones inadecuadas en las que se encuentran los presos políticos, la impunidad generalizada y las constantes violaciones a los derechos humanos.
Nicaragua recibió además la presión de la Organización de Estados Americanos (OEA), con la aprobación de una resolución que pide la liberación de los presos políticos y la realización de elecciones libres y justas, con el apoyo histórico de 26 países.
Rusia por su parte, advirtió que ante amenazas externas fortalecerá su apoyo a sus países aliados en Latinoamérica, entre ellos Cuba, Venezuela y Nicaragua.
La relación entre Rusia y Nicaragua no es nueva. Empezaron a compartir visiones políticas del mundo durante el primer mandato de Ortega (1985-1990), luego de la Revolución Sandinista, y como resultado de un embargo económico impuesto por los Estados Unidos y aliados. Las relaciones entre ambos países se enfriaron con los mandatos de Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2002-2007), y se reiniciaron cuando Ortea regresó al poder en el 2007.
Según un informe del Banco Central de Nicaragua, desde el 2007 Rusia le ha entregado a este país un total de 151,2 millones de dólares en concepto de donaciones. Ha contribuido además para los sectores de transporte, educación, salud y energía.
Sin embargo, desde el 2015, la alianza Managua-Moscú se ha vuelto militar, lo que ha encendido las alarmas de los Estados Unidos, según publicó La Prensa.
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