Porteños con valor.
Carlos Campos Cascante, vecino de Miramar de Puntarenas tiene 46 años y 32 años de laborar en el Ingenio El Palmar y este personaje se describe como una persona sencilla, culta, que no le gustan las injusticias y mucho menos la indiferencia hacia las personas.
Me atendió en su rato libre en donde pudimos conversar largo y tendido de su historia de vida y especialmente de lo esforzado que es para llegar hasta donde se encuentra actualmente.
A los 12 o 13 años tuvo que dejar de asistir a la Escuela José María Zeledón ubicada en el cantón central de Miramar para poder llevar el sustento a su hogar. El padre de Campos era un trabajador de la tierra, un jornalero, y su madre, una ama de casa que se dedicaba al cuidado de la familia y de sus hijos.
Cuando empezó a echar “cuerpillo”, como él lo dice, sus padres tomaron la decisión de mandarlo a laborar y nunca midió la gran desventaja de quedarse sin estudiar.
Campos se dedicaba a vender de todo para poder ayudar a sus padres y los 14 años ingresó a laborar al Ingenio El Palmar, para aquellos años se podía trabajar con un permiso especial del Patrono Nacional de la Infancia (PANI), solamente podía trabajar 6 horas, según me comentaba, durante ese tiempo pidieron ese permiso, luego la empresa tomó la decisión de separarlo.
Nuevamente, lo volvieron a integrar, a su segunda casa, en donde ha crecido en muchos aspectos y es un ejemplo de superación para sus compañeros de trabajo.
“Siempre iba al colegio a vender empanadas y actualmente en ese mismo colegio se encuentra a punto de obtener su título de bachillerato y la motivación es superarse”, mencionó Campos a Puntarenas Se Oye
Agregó que a sus 46 años en su espalda se encuentra un batallón que es la familia y él mismo se dijo: “Si mis hijos ven lo que soy, puede ser que esto sea una motivación”, pensó en su momento, pero lo ve como superación personal.
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Nuestro personaje tomó el reto de prepararse para tener una mejor posición en su trabajo actual y él dice que no puede quedarse solo con el bachillerato, porque le costó un mundo hasta donde ha llegado. Su sueño más grande es sacar un técnico en Salud Ocupacional.
Todos los días se levanta temprano para asistir a su trabajo y después el bus lo deja en la entrada del colegio a las 6:00 pm para estudiar y llegar a la casa pasadas 10:30 pm. Estos sacrificios valen para seguir adelante, pero, siempre con su forma óptima de que todo es por su propio beneficio.
Además, este señor de 46 años invita a los jóvenes a seguir adelante con sus estudios y nunca dejen de soñar porque es gratis.
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