Creer que el bullying o el acoso son cosas de niños es una verdadera equivocación. No es cierto que sufrirlo los hará más fuertes para enfrentar los problemas del futuro.
Al contrario, como se trata de una etapa clave en sus vidas, más bien puede marcar para siempre la vida de la víctima y su familia. Realmente esta problemática requiere mayor compromiso de los adultos y la participación de todos los entes involucrados para combatirlo.
Precisamente el 2 de mayo se celebra el Día Internacional del contra el Bullying o el Acoso Escolar, con el objetivo de concienciar sobre el riesgo del acoso escolar y el bullying en los niños y jóvenes.
Alerta a los síntomas
El primer llamado es a prestarle atención a la amplia variedad de síntomas que podrían evidenciar quienes son víctimas de bullying y acoso. La ansiedad se manifiesta a través de la fobia escolar o social, crisis de angustia, trastornos del apetito y sueño, sensación de indefensión, baja autoestima, retraimiento social y cuadros depresivos (factores importantes que ayudan a generar ideación suicida o el suicidio).
También, el rendimiento escolar tiende a decaer cuando los chicos están pasando por este proceso de agresión, explicó Alvaro Solano, director de la carrera de Psicología de la Universidad Fidélitas.
Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revelan que Costa Rica es el segundo país en Latinoamérica donde más bullying escolar se sufre.
Señala que el 11% de la población escolar lidia con este tema, mientras la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes, citada por Yolanda Mainieri, indica que hasta un 50% de los niños, niñas y jóvenes en edad escolar son intimidados en algún momento y, por lo menos un 10% son intimidados con regularidad.
¿Como debe actuar la persona que escucha una situación de violencia?
Así lo detalla Alvaro Solano, director de Psicología de la Universidad Fidélitas.
➢ Denuncie la violencia a las autoridades la competentes.
➢ Practique una escucha activa, permita que la persona exprese con total libertad su situación.
➢ Valide las emociones de la víctima.
➢ Establezca un contacto de confianza generando empatía.
➢ No realice preguntas incomodas, con el fin de evitar la revictimización.
➢ Ubique a la víctima en un lugar seguro donde se sienta protegido en este momento.
➢ Espere que las autoridades educativas activen los procedimientos o protocolos y se emitan las acciones correctivas y formativas respectivas.
En el momento que cualquier persona adulta se da cuenta que un menor de edad es víctima de acoso o bullying, debe informar de manera inmediata esa situación al director o encargado del centro educativo. Cada institución educativa, sea pública o privada, debe contar con un procedimiento o protocolo interno para la atención inmediata de estas situaciones, en el cual se debe detallar la ruta a seguir para fomentar acciones para la prevención y erradicación cualquier manifestación de violencia.
Por ejemplo, el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica (MEP) cuenta con varios protocolos, incluido el de actuación en situaciones de bullying y Protocolo de Atención del bullying contra la población LGTBI inserta en los centros educativos, entre otros como situaciones de violencia, prevención del riesgo suicida entre otros.
Desde los altos mandos del MEP se ha instruido la obligatoriedad de su uso y activación para garantizar la restitución de los derechos estudiantiles: https://www.mep.go.cr/sites/default/files/protocolo-actuacion-situaciones-bullying.pdf
¿Qué es el acoso y el bullying?
El acoso fue definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2003) como
“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo de comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
Por su parte, el MEP señala que: “El matonismo, acoso o bullying representa un patrón de comportamiento más que un hecho aislado. Es una forma de acoso y violencia reiterada a lo largo de un tiempo, que puede implicar gran sufrimiento para los niños, con consecuencias a veces extremas en su calidad de vida, felicidad, integración y formación. Es una forma característica y extrema de violencia escolar que requiere de una visibilización y atención especial pues requiere de un cambio cultural. Se presenta en diversas modalidades: físicas, verbales, psicológicas y de exclusión social.”
Víctima y victimario
“La víctima de acoso o bullying es la persona que recibe las agresiones y humillaciones del acosador. Por lo general, no tienen claro por qué son objeto de esos maltratos y se sienten agobiadas e incapaces de salir de la situación”, agregó Solano.
“Suelen mostrar condiciones de debilidad física o psicológica, baja autoestima, discapacidades, retraimiento, ansiedad o liderazgo pasivo; no suelen ser populares, son tímidos, introvertidos. A veces, la víctima termina aceptando las acusaciones que soporta y se convence que es inferior, mal estudiante, mal compañero o compañera, una persona socialmente desadaptada o incapaz de valerse por sí sola. Se ha visto que tener algún tipo de discapacidad, se convierte en un factor de riesgo para ser víctima del bullying”, expresó el profesional en Psicología.
“El buleador generalmente es un estudiante, que puede ser, o no, compañero y puede estar en menor o mayor nivel que la víctima, mientras el acosador es una persona que violenta los derechos de las demás personas por medio de conductas hostiles tales como golpes, bromas, burlas, etc., y puede darse en la cotidianidad o en contextos educativos”, expresó el experto, quien agregó que este identifica personas vulnerables o con alguna situación que puede ser blanco de crítica o discriminación, como las condiciones de pobreza, rendimientos académicos, raza, etnia, cultura, orientación sexual, identidad de género, religión, sexo, entre otras.
El acosador se caracteriza por tener dificultades sociales, pero están menos aislados que las víctimas. Buscan llamar la atención y dominar a los demás. Suelen ser impulsivos, con baja tolerancia a la frustración, dificultad para cumplir con las normas, bajo rendimiento escolar y mínima capacidad autocrítica. Por lo general, las características de este perfil se incrementan con la edad.
El agresor puede ser un compañero del mismo grupo o nivel educativo, o un estudiante mayor que busca a su víctima en los grados inferiores, situación que implica un desbalance de poder a su favor.
A los agresores les falta preocupación por las emociones y aflicciones de la víctima, suelen carecer de sentimientos como el remordimiento y la compasión. También es frecuente que sean considerados, por sus pares, como los de más estatus social (en términos de ingreso, poder u otras características especialmente valoradas por el grupo escolar).
Los docentes consideran, por lo general, que los agresores suelen estar entre los más populares en sus respectivos grupos y en el colegio, señaló el director de Psicología de Fidélitas.
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