La Comisión de Salud pública decidió a principios de semana no distanciar las dosis de la vacuna de la COVID-19, pese a que han demostrado una alta efectividad con una sola dosis. Un estudio publicado el pasado mes de febrero en la revista científica New England Journal of Medicine (NEJM) confirmaba la elevada eficacia de la primera dosis de la vacuna creada por Pfizer y BioNTech: «Incluso antes de la segunda dosis, BNT162b2 fue altamente eficaz, con una eficacia de la vacuna del 92,6%«.
Un mes después, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaron otro informe en el que reflejaban que la primera dosis de las vacunas de ARN mensajero, entre las que se encuentran la de Pfizer/BioNTech mostraron un 80% de eficacia contra la COVID-19: «La eficacia de la vacuna de la inmunización parcial (?14 días después de la primera dosis, pero antes de la segunda dosis) fue del 80%«. Es una cifra significativamente inferior, pero que todavía podría resultar suficiente para obtener una elevada protección.
La inmunidad completa, en cambio, se alcanzaría dos semanas después de haber recibido la segunda dosis. Transcurrido ese tiempo, la eficacia de la vacuna aumenta hasta el 94,8%. Además, en todos los grupos de edad, la eficacia superó el 90%, si bien en aquellos mayores de 75 años alcanzó el 100%, pues de las 774 personas vacunadas, ninguna se contagió del virus.
¿Conviene alargar el intervalo de inoculación?
Actualmente, las dos inyecciones de Pfizer se aplican con 21 días de diferencia, pero, tras conocer la alta protección que ofrece la primera dosis, muchos expertos abogan por alargar el intervalo de inoculación para que la vacuna llegue a un mayor número de personas en menos tiempo, estrategia seguida por países como Reino Unido. «Con una primera dosis tan protectora, los beneficios derivados de un suministro escaso de vacuna podrían maximizarse aplazando las segundas dosis hasta que a todos los miembros del grupo prioritario se les ofrezca al menos una dosis», alegan los autores del estudio publicado en NEJM.
Además, los científicos aseguran que la segunda dosis no protege mucho más: «Puede haber incertidumbre acerca de la duración de la protección con una dosis única, pero la administración de una segunda dosis dentro de 1 mes después de la primera, como se recomienda, proporciona poco beneficio adicional a corto plazo, mientras que las personas de alto riesgo que podrían haber recibido primera dosis con ese suministro de vacuna quedan completamente desprotegidas».
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