La realidad es que hay gran diversidad de parásitos que tiene el potencial de infectar al ser humano y propiciar el desarrollo de una enfermedad, además, existen ciertos patógenos que cuenta con distintas fases durante su desarrollo y cada estadio puede caracterizarse por invadir y propiciar daño en diferentes tejidos de nuestro organismo, siendo un poco difícil realizar generalizaciones ante este tipo de organismos de importancia médica.
De todas las posibilidades existentes, en esta ocasión destacaremos a las enteroparasitosis o parasitosis intestinales, que, como su nombre lo indica, utilizan el tracto gastrointestinal como refugio, sitio de reproducción y/o fuente de alimento.
Este tipo de parasitosis son uno de los grupos más comunes que afectan a la población, y pueden desarrollarse por dos tipos de parásitos, uno de ellos son los protozoos, que son organismos microscópicos capaces de invadir, multiplicarse, sobrevivir y provocar efectos negativos en nuestro organismo.
Algunos de los más comunes y de los que probablemente has oído hablar son: Giardia lamblia, que provoca “giardiasis” o Entamoeba histolytica, que produce “amebiasis”.
Por otra parte, están otro tipo de parásitos que se denominan “helmintos” que, al contrario de los anteriores, son organismos que se observan a simple vista y que se reconocen de manera común simplemente como “lombrices intestinales”.
De estos, los más conocidos son Ascaris lumbricoides, que produce ascariasis, y Taenia, que produce teniasis.
La mayoría de las parasitosis intestinales se contraen, por una vía que se denomina “fecal-oral”, que hace referencia a la contaminación de alimentos, agua y manos (entre otros) con heces que contienen huevos de alguno de estos parásitos y, al ingerirlos o ser llevados a la boca, nos infectamos.
Algunos otros entran directamente a través de la piel, generalmente al andar descalzos sobre pisos con larvas de tales parásitos, las cuales llegaron a dicha superficie por la deposición de heces contaminadas con sus huevos.
En todos los casos, al ser parásitos intestinales, suelen producir fundamentalmente síntomas gastrointestinales a los cuales debes prestar atención (aunque pueden ir acompañados por algunos otros más específicos), estos pueden ser:
- Diarrea aguda (duración desde 1 hasta 14 días) o crónica (más de dos semanas) que se caracteriza por ser acuosa y, en algunas ocasiones, mucohemorrágica (con sangre y moco en abundancia)
- Dolor abdominal persistente y fuerte de larga duración y, en algunas ocasiones, intermitente
- Náuseas
- Pérdida de peso por mala absorción de los nutrientes de los alimentos
- En algunos casos de lombrices intestinales puede haber expulsión de los organismos por la boca, nariz y ano
- Fiebre en algunas ocasiones
- En el caso muy particular de un parásito que se denomina “Enterobius vermicularis”, que provoca enterobiasis o oxiuriasis, sobre todo en niños, los síntomas se caracterizan por prurito anal, nasal y genital.
Por último, resulta indispensable que ante cualquier síntoma como estos (o alguno otro) acuda a su clínica para recibir atención médica.
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Igualmente, tome en cuenta que es necesaria la desparasitación al menos una vez al año, aunque lo mejor es realizarlo cada seis meses.
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